Roatán: La isla de los 5 sentidos
Honduras es la sede de esta hermosa isla en el Caribe

Cuando yo era pequeño sólo absorbía lo que sucedía a mi alrededor, sólo me importaba llegar a la alberca que mamá nos prometió, jugar durante horas con las olas que iban y venían sin cesar, como si ellas se cansaran antes que nosotros. La experiencia comenzaba incluso días antes de partir. Experimentaba emociones que no sabía cómo describir, pero las sentía a través de la imaginación. Cada viaje tenía su propia memoria, pero también varios denominadores comunes. ¿Recuerdas? Cada ida a la playa hacía que la carretera se sintiera interminable. Las preguntas constantes eran: ¿Ya vamos a llegar? ¿Cuánto falta? Recuerdo que mi padre, desesperado, solía distraernos con un juego llamado "el poder del mar", que consistía en que el primero en oler el mar y luego verlo sería el ganador y el premio era un helado. ¡Qué manera tan inocente de despertar nuestros sentidos!


Foto: por Shutterstock
Pero, ¿qué tiene que ver Roatán con todo esto? Hace algunos años, realicé un viaje en crucero por diferentes islas del Caribe. La dirección era lo menos importante; la experiencia era lo valioso. Uno de los destinos era Roatán. En toda la información que encontraba, se mencionaba a Roatán como "la isla de los cinco sentidos". Mi intención no era buscarle un significado, sino permitir que mis hijos disfrutaran de esa aventura. Antes de llegar a la isla, ya habíamos contratado un tour, pero en los destinos anteriores no habíamos tenido suerte con las visitas guiadas. Mis pequeños no estaban muy contentos. Pero todo cambió en un instante.


Foto: Mauro Dávila
Al bajar del barco se acercó a mí un hombre amigable y alegre, con una apariencia naturalmente caribeña. Me ofreció un tour, el destino era un pequeño islote, no turístico, donde mis hijos podrían aprender a bucear. Era un paraíso dentro del paraíso, y lo mejor de todo era que no tenía ningún costo. Yo desconfiaba, pero la insistencia de los niños me obligó a aceptar la invitación. Y sí, como bien lo dijo, el lugar al que nos llevó era un oasis del que ya no queríamos partir. Después de ese día, aquel hombre de origen francés, a quien apodamos cariñosamente Chucho, se convirtió en un gran amigo. Durante varios años nos invitó a regresar y finalmente decidí hacerlo. La aventura comenzó de forma orgánica, parecía un viaje planeado sin embargo sólo tuve un par de días para organizarlo. Cada viaje tiene su propio ADN, pero esta vez mi objetivo era entender por qué a Roatán se le llama "la isla que despierta los cinco sentidos".
Y bueno, lo descubrí desde el primer momento en que llegamos. La vista era simplemente impresionante: playas de arena blanca y agua cristalina que parecían tocar el cielo. El sonido de las olas rompiendo en la orilla y el canto de los pájaros en el aire crean una melodía que te hace sentir en armonía con la naturaleza. El aroma a sal y marisco fresco invadía mis fosas nasales y despertaba mi apetito. La sensación de la arena en mis pies y el agua fresca acariciando mi piel me hacían sentir vivo y despierto. Y, por último pero no menos importante, el sabor de la comida local me transportaba a un paraíso culinario fresco y único.


Foto: Por Mauro Dávila
Sin embargo, fue "Chucho" quien me mostró los verdaderos secretos de la isla y cómo se fusionan con cada uno de los sentidos. Los aromas de las plantas y especias, el sonido de los delfines y las ballenas, como las corrientes de agua creaban sonidos al chocar contra las rocas, incluso aprendí a escuchar en una cueva el silencio tan profundo que podíamos escuchar nuestros propios latidos del corazón. Pero lo más impactante fue el sentido del tacto. "Chucho" nos llevó a una reserva de animales donde pudimos acariciar a los monos y los osos perezosos, sentir su suavidad y ternura. También nos llevó a un jardín de hierbas donde aprendimos a reconocer las diferentes texturas de las hojas y las flores, algunas suaves como la seda y otras más ásperas y rígidas.
Después de aquel viaje a Roatán, hice una promesa: siempre viajaría dispuesto a descubrir cada experiencia, cada aroma, cada sonido, cada textura, cada sabor y cada emoción sin límites ni filtros. Como un buen amigo me dijo una vez: "viajar es la mejor forma de alimentar el alma". Y yo añadiría que viajar con los cinco sentidos es la mejor forma de hacerlo.
Así que mi consejo es que en tu próximo viaje no temas abrir los ojos, los oídos, la nariz, la boca y las manos para experimentar todo lo que el destino tiene para ofrecer. Permítete sumergirte en las sensaciones, descubrir los secretos sensoriales que te esperan y, si algo gracioso sucede en el camino, ¡ríete y disfrútalo! Después de todo, la risa es el mejor recuerdo que puedes llevar contigo de cualquier viaje.